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Autoformación y acompañamiento

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Guiándolos por el camino

Víctor Hugo Jiménez, L.C.

Formador

Uno de los indicativos más gratificantes e importantes en todo proceso de formación hacia el sacerdocio, es cuando el mismo seminarista se interesa por él y se ve a sí mismo como actor importante y protagonista.

Es verdad que Dios es el actor principal, es Él el que poco a poco, a través de la gracia y las inspiraciones que va dejando en el alma, quien va moldeando las actitudes y sentimientos del candidato al sacerdocio, pero la correspondencia del seminarista es no sólo fundamental, sino también insustituible.

Es en este horizonte donde el Colegio entiende el tema de la autoformación: en el interés sincero del seminarista por querer interiorizar y secundar las inspiraciones y el trabajo que Dios realiza en su corazón para formarlo como el de Cristo Buen Pastor.

Así pues, Dios como actor principal, y el seminarista como depositario de sus inspiraciones y su gracia, son los dos grandes actores en el proceso interior de conversión y formación. Los formadores del Colegio estamos llamados a acompañar y orientar al seminarista en su camino de generosidad. Guiando al seminarista en su camino de entrega al Señor, los formadores somos los primeros testigos de la acción de Dios en su corazón, y a través de un acompañamiento cercano, les hacemos ver cuáles son los espacios y situaciones en los que todavía les falta algo por perfilar, hasta lograr, generosamente al fin del camino: la configuración con Cristo y la asimilación de sus sentimientos por la gracia y por el sacramento del Orden.